HOLA, ESTRÉS

HOLA, ESTRÉS

                     

                   Empezó como una punzada, justo en el corazón. Mi familia se asustó, lógicamente, yo también. ¿Cómo no preocuparse cuando sientes amenazado el órgano principal del cuerpo? A partir de ahí comenzó la andadura por médicos, pruebas, expresiones de extrañeza y, lo peor, de incredulidad, porque todas las pruebas salían bien y ello mostraba sin ningún género de dudas que todo lo estaba inventando/imaginando/provocando YO. Pero yo no me inventaba/imaginaba/provocaba mi dolor. Era real. No era psicológico como se empeñaban en hacerme entender. Era físico y bien físico. Las palpitaciones, el dolor en el pecho, la falta de aire. FISICO.

                        Me decían que estaba muy claro, porque de vacaciones mejoraba, o sea, todo me lo provocaba el trabajo. Tenía mucha responsabilidad y presión por parte de mi jefe.

                     Así pasé seis meses, sufriendo crisis de ansiedad que para mí siempre eran ataques al corazón, hasta que por fin acepté tomar medicación ansiolítica y llevar una terapia psicológica de corte cognitivo-conductual.

                 Ahora, cuando empiezo a sentirme mal, digo “HOLA, ESTRÉS”. Hablo con él como si fuera un puñetero amigo que me hace la puñeta pero he de reconocer que también me ha enseñado cosas, sobre todo a plantearme la vida de otra manera. Mi terapeuta dice “no hay mal que por bien no venga”, le encanta esa frase, tiene parte de razón, pero me revienta oírlo.

La terapia recomendada para rebajar el estrés y la ansiedad ha de enseñar diferentes técnicas de relajación, se trata de que la persona conozca su ciclo de ansiedad para pararlo y afrontarlo desde el inicio, con recursos cognitivos que fortalecen la mente y suavizan el miedo.