LA DELICADEZA DE UN ORGASMO

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           El orgasmo es algo maravilloso que todas las personas firmaríamos por tener a menudo. Ojalá fuera sencillo, pero no lo es, es sumamente delicado y como todas las cosas delicadas, requiere cuidado.

            Cuando iniciamos una relación sexual no tenemos ni idea de lo que va a pasar. Ahí radica parte de la MAGIA que lo hace natural. Vamos al encuentro con el deseo de que vaya bien pero nuestro cuerpo tiene la “grandeza” de ir a su aire, no podemos controlar sus reacciones o el nivel de placer, y eso nos frustra. CUESTA «FRACASAR» EN LAS EXPECTATIVAS (PROPIAS Y AJENAS) CUANDO VIVIMOS EN UNA FANTASÍA DE CONTROL, como si fuéramos superhéroes o superheroínas que luchan hasta conseguir sus objetivos superando cualquier obstáculo. Supongo que nacer envueltas en una CULTURA COMPETITIVA no ayuda a las personas a conectar con su propia naturalidad, a respetar los ritmos del cuerpo y de la vida, a tolerar las emociones negativas, incluso la enfermedad. Aspiramos al ideal y después gritamos “¿por qué me pasa esto a mí?”; es difícil aceptar las cosas sin sentirnos culpables o enfadarnos con alguien.

             En lo sexual, nuestro maravilloso cuerpo nos otorga la oportunidad de rectificar el rumbo y ser más felices. Y es que en lo sexual el esfuerzo no funciona, al revés, es contraproducente; SI ME ESFUERZO POR TENER UN ORGASMO, POSIBLEMENTE SE VAYA Y ME QUEDE CON LAS GANAS. En otros aspectos de la vida (trabajo, deporte, autocuidado…) el esfuerzo conlleva una recompensa, por eso nos marcamos objetivos. En lo sexual no funciona así, las sensaciones son traviesas y juegan al escondite, si las buscamos se escapan y cuanto más nos enfadamos o frustramos, más se alejan… Aquí funciona la “psicología invertida” como a veces pasa con los niños/as, si quieres que hagan algo, pídeles lo contrario.

                Si queremos tener orgasmos, es tan sencillo como fijarnos en las sensaciones y saborearlas en toda su delicia, buscar lo que más nos guste y gozarlo notando cómo el placer se extiende por todo el cuerpo. Puede ser muy agradable andar por ese camino sin prisa, con la naturalidad de dejar que las cosas pasen, llegando a donde sea. Si hacemos el amor sin marcarnos metas, si aceptamos la frustración de no sentir lo que nos gustaría, el cuerpo puede darnos sensaciones maravillosas que inunden nuestro cerebro y nos iluminen, transmitiendo esa intensidad a quien nos acompaña, porque EL SEXO ES ALGO NATURAL HASTA QUE LO BLOQUEAMOS CON MIEDOS Y AGOBIOS. 

            La respuesta sexual es tan natural como la función digestiva, no hemos de controlar nada, ocurre sola. Imaginemos que antes de comer nos preocupáramos por cómo hacerlo para que los nutrientes cumplieran su función; masticar y tragar dejarían de ser acciones naturales para convertirse en fuentes de tensión, nos volveríamos torpes en algo que “sale solo”, y por supuesto la comida no sabría tan rica. Algo parecido ocurre cuando nos preocupamos de si tendremos o no un orgasmo, LA MENTE OCUPA DEMASIADO ESPACIO Y NO DEJA QUE LAS SENSACIONES FLUYAN, PERO ¿CÓMO CONTROLAR LA MENTE? A veces es complicado, no es fácil empezar desde el principio y entender el sexo como algo natural, saber que las sensaciones surgen libres y aparecen o desaparecen, que nos darán sorpresas y pueden llevarnos al mayor placer, al mejor de los orgasmos, o quedarse en la línea de salida…; se trata de ver dónde mejorar y qué aceptar, desde el cariño absoluto a nuestro cuerpo y sus reacciones. 

          El ORGASMO no es tan sencillo como lo venden, ni tan difícil como puede resultar, ES INTENSO, PERTURBADOR, FUENTE DE PLACER O FRUSTRACIÓN, COMO LA VIDA MISMA. 

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