Dos chicas en un parque. Continuación

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Y un día dijo “¿por qué no?” Era un día en que la vio con una luz especial, tampoco alegre, sería más algo como un “te necesito, quiero que estés cerca, solo cerca, más próxima, quiero mirarte y hablarte, siento exactamente lo mismo que tú”.

Igual es que ya se estaba volviendo loca, pero cuando la vio aquel día, el día en que dijo ¿por qué no? eso fue lo que le transmitió, ese el mensaje que le llegó flotando desde el otro extremo del parque. Y por eso se acercó. Estaba el miedo, un miedo enorme, pero también la certeza de que era inevitable el encuentro, y por eso comenzó a andar hacia ella.

 

Estaba el miedo, un miedo enorme, pero también la certeza de que era inevitable el encuentro, y por eso comenzó a andar hacia ella. Cuando faltaban unos metros recibió una sonrisa que la hizo olvidar todo, hizo que la gente fuera solo gente, no jueces a los que temer, y que sus palabras fueran solo palabras, por lo tanto sin ninguna importancia

 

Cuando faltaban unos metros recibió una sonrisa que la hizo olvidar todo, hizo que la gente fuera solo gente, no jueces a los que temer, y que sus palabras fueran solo palabras, por lo tanto sin ninguna importancia. Hizo que sintiera por primera vez LIBERTAD. Sintió cómo no había sentido nunca que tenía el derecho de hacer su vida, que no había nada malo en ello, que toda crítica era simplemente absurda, que su camino era lo importante.

Aquella sonrisa la colocaba en el centro mismo de su vida, el papel protagonista, por eso a partir de ahí todo era posible.

 

Esta es la segunda parte del pequeño relato “Dos chicas en un parque”. Qué bueno sería sentir esa fuerza y autoestima que tiene la protagonista para buscar lo que sentimos en el corazón, pase lo que pase.

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