¿PILDORAS DE LA FELICIDAD?

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              El otro día, en una de estas reuniones navideñas, hablamos sobre cómo serán las cosas en el futuro. Alguien comentó una noticia que había escuchado en algún medio de comunicación sobre que llegará un día en que nos alimentaremos con pastillas, tendremos frasquitos de proteínas, vitaminas, etc., y no hará falta cocinar. En esta sociedad donde cada vez se valora más la rapidez y la comodidad, podemos imaginar tranquilamente algo así. Surgió un debate de opiniones diversas, como son los buenos debates; el tema de las pastillas suele generar controversia.

             Por mi parte, tengo dentro y fuera de la consulta debates sobre otro tipo de pastillas, las que actúan sobre el ánimo: antidepresivos y ansiolíticos. Cada vez hay más personas que presentan síntomas de depresión o ansiedad, o ambas; estados más o menos prolongados en el tiempo y de una intensidad variable pero, en cualquier caso, desagradables, nadie quiere estar mal. Si existen unas pastillas que actúan sobre el cerebro y podemos mejorar, parece lógico tomarlas… ¿o no? La respuesta a menudo es no.

-No, porque me voy a enganchar.

-No, porque tienen efectos secundarios.

-No, porque quiero hacerlo sin recurrir a nada artificial, quiero poder con esto yo sola/o.

-No, porque sería como que mejoro por las pastillas, y ¿cuándo deje de tomarlas qué?

-No, porque no hacen nada, la empresa farmacéutica es la que se beneficia.

            Cuando vamos al médico con dolor de estómago y nos receta unas pastillas, por lo general no planteamos estas cuestiones. Llegará el día en que afrontemos lo mental como hacemos con el resto de nuestra persona, pero todavía nos cuesta, y es lógico, los cambios culturales llevan su tiempo. Hace nada un depresivo era un “loco”, una enfermedad mental era algo a ocultar y nadie decía que iba al psicólogo. Poquito a poco, esto va mejorando, pero falta mucho camino todavía…

                Entonces, ¿SI O NO A LAS PASTILLAS? NI SI, NI NO… DEPENDE. Habrá que diagnosticar cada caso y ver si son imprescindibles. Obviamente, es preferible no tomar medicación, de ningún tipo, por sus efectos secundarios entre otras cosas, pero si las necesitamos, que sea siempre siguiendo las indicaciones del profesional, para evitar el enganche o dependencia. He visto a muchísimas personas que se han medicado y siempre han podido dejarla sin problemas, siguiendo la prescripción médica. Por otro lado, no es cierto que al tomar medicación mejoremos de modo artificial; las pastillas nos dan el “impulso” (por decirlo así), pero si falta un trabajo psicológico paralelo no habrá resultados estables en el tiempo. Si alguien busca la pastilla como solución mágica, pronto verá su error. La pastilla es una muleta en que apoyarnos, a veces necesaria, pero LA REHABILITACIÓN EMOCIONAL DEPENDERÁ SOBRE TODO DE NUESTRA CAPACIDAD DE TRABAJO, ESFUERZO Y CONSTANCIA EN LA TERAPIA PSICOLÓGICA.

 

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