ME GUSTA CUANDO ME TOCAS PERO…




                        Me gusta cuando me tocas pero no me gusta sentir que obligatoriamente hemos de llegar hasta el final. Sé que tal vez soy brusca cuando me niego a que me pongas las manos encima pero es que temo que te emociones y después sea más difícil pararte. Lo siento, pero me he acostumbrado a temer tu reacción de frustración, y sé que tú también te has acostumbrado a temer mi rechazo. En realidad esto no es así, ninguno de los dos nos hemos acostumbrado a un momento tan desagradable.


                         Crees que no te entiendo, que no me pongo en tu lugar y yo a veces pienso que tú tampoco sabes lo que siento, pero tal vez sí, los dos nos esforzamos en entendernos aunque por desgracia queremos cosas diferentes. Tú quieres sexo, y yo no. Pasan los días y las semanas y los meses mientras tú acumulas frustración por tener lo que para ti es poco sexo y yo acumulo agotamiento por esforzarme para tenerlo, porque la mitad de las veces no me apetece pero lo hago por ti, y cansa. No encuentro ningún camino que pueda satisfacernos a los dos, estar separados ni lo contemplo porque nos queremos demasiado, aunque a veces no se note… Temo que cada vez se note menos y llegue a desaparecer. Me da miedo que esta situación sin aparente solución mate todo lo bueno.


                        En terapia encontramos, por difícil que pueda parecer, maneras para que las diferencias no alejen. Cuando las personas nos sentimos frustradas se pone en acción un sistema interno que no controlamos, donde aparecen diferentes emociones, pensamientos y conductas que dañan la relación de pareja. En terapia intervenimos en ese mecanismo e invertimos su funcionamiento, para que en lugar de destruir ayude a construir, y aparezcan otras emociones, pensamientos y conductas para el equipo de dos personas que constituye la relación de pareja.


                          Existen recursos para fomentar el acercamiento y desde ahí, todo es más sencillo, generar un mayor deseo sexual y una mayor tolerancia a la diferencia o al rechazo. La mente tiene una capacidad que no imaginamos, y por suerte la psicología ha investigado para saber qué recursos activar según las necesidades observadas y atendiendo a la naturaleza única de cada persona, de cada relación… Se puede hacer. Rendirse es la última opción.