Otros confinamientos

Otros confinamientos

Llevamos casi dos años viviendo una situación de alarma, tensión, inseguridad y recogimiento. Cada una/o a nuestra manera, siguiendo lo que nos dicta el miedo y la prudencia, la serenidad, el equilibrio… buscando la forma de llevarlo lo mejor posible y estar bien. Y todas/os vivimos un tiempo de aislamiento obligado, y nos sentimos mal, atrapadas/os, soledad y distancia que las tecnologías paliaban un poquito, no lo suficiente. Luego pudimos salir y poco a poco vimos la luz.

Existen otros confinamientos invisibles pero muy preocupantes, más peligrosos incluso. Los de aquellas personas que confinan su interior, atrapado para que nadie lo vea, ni lo juzgue, o les rechace, porque no quieren preocupar o que les miren con pena… deciden no contar sus problemas, su dolor. Por mantener una imagen de fuerza la pierden toda, a veces con resultados irreversibles. Pedir ayuda es lo más inteligente cuando no podemos, y no poder es lógico cuando estamos mal, y estar mal es tan humano como estar bien. E igual de normal, de común, de habitual… aunque no aparezca en facebook e instagram, nadie lo publica.

Si no reconocemos que algo va mal difícilmente tendrá solución. La autocrítica es vital, ser humilde, fuera egos y orgullos que solo nos hunden, cada vez más. Somos mucho más que nuestras debilidades y problemas, no cabe sentirse inferior por estar mal, ¿quién se siente inferior por tener úlcera? El cerebro es química y a veces necesita ayuda. Punto. Cada cerebro es diferente, cada cuerpo reacciona de una manera, somos más complejos que un ´síntoma aislado, no tiene sentido juzgar a nadie por estar triste, ansioso, deprimido… sería muy simplista, ignorante del funcionamiento mental pues hay capacidades sobresalientes a la vez que el dolor.

En la terapia se trata de ayudar a sacar esas capacidades, que la persona coja de su riqueza para suavizar ese malestar, de guiarla en el camino para que se mire lo primero con respeto. Hay mucha frustración y rabia unida a los momentos de pasarlo mal, “no debería sentirme así” “debería poder estar bien” y verguenza de contarlo, guardamos bien oculto lo que ocurre hasta que de un modo u otro se nota demasiado. Porque ya no aguantamos a nada ni nadie y saltamos sin control o porque estamos demasiado mal para cualquier cosa. Humildad, respeto, permiso, tolerancia y no solo de palabra es más necesario que nunca.