LA FRECUENCIA SEXUAL QUE IMPORTA


La sexualidad es infinita, cientos de maneras de sentirnos, de pensar y de hacer con nuestro cuerpo, con otros cuerpos… Es importante ver la frecuencia con que hacemos uso de nuestra sexualidad, y sobre todo, qué tipo de uso hacemos. Hay algunos positivos y otros no tanto. Pondremos algunos ejemplos para que cada una/o nos identifiquemos. Como hablamos de frecuencia, la pregunta será… ¿CON QUÉ FRECUENCIA:

ME MASTURBO?

¿Dedico tiempo a darme placer, a tocar mi piel, a recorrer mi cuerpo incluso más allá de las “zonas erógenas” para descubrir nuevos gustos y placeres como acariciar mis ojos, nariz, orejas, manos…? ¿Con qué frecuencia soy sincero/a y digo las veces que realmente me masturbo y/o cómo me gusta hacerlo, aunque no sea la manera “convencional”?

DIGO LO QUE DESEO?

¿Soy sincera/o para expresar mis gustos o me avergüenzo de alguno de ellos, de mis fantasías…? ¿Con qué frecuencia reconozco que me gusta una persona de mi mismo sexo o lo oculto para que nadie sepa que soy homosexual o bisexual?

HAGO LO QUE DESEO CON TRANQUILIDAD?

¿Acaricio o beso como y donde quiero sin miedo de hacerlo bien o mal, me muevo como me apetece sin pensar en que tal vez debería hacerlo de otra manera? ¿Con qué frecuencia digo NO a lo que no me apetece? ¿Con qué frecuencia beso o abrazo a mi pareja en plena calle sin miedo de que me vean y sepan que soy homosexual o bisexual?

ESCUCHO Y EMPATIZO CON MI PAREJA?

¿Me abro a considerar al menos las propuestas de mi pareja para salir de la rutina, a jugar de otras maneras o le critico por sus fantasías, por desear un sexo “diferente”? ¿Con qué frecuencia dedico tiempo a su placer sin dejarme llevar solo por el mío?


Una frecuencia alta en lo anteriormente expuesto garantiza nuestra salud sexual. ES LA FRECUENCIA QUE DEBERÍA IMPORTARNOS. Vivir el cuerpo en su máxima expresión, SIN REDUCIRLO A LO GENITAL, SIN CENTRARNOS SOLO EN LA PENETRACIÓN, hablar de lo que queremos, hacer lo que nos gusta, siempre en el respeto al otro/a, por supuesto. Curiosidad, autoestima y respeto serían los ingredientes fundamentales.