¡Sé pero no puedo!

¡Sé pero no puedo!

Muchas veces viene gente a consulta diciendo sé lo que tengo que hacer pero no lo hago. Motivo por el cual se sienten todavía peor, llegan a verse casos perdidos, y lo que es peor, culpables de no mejorar. Si sé lo que debería hacer y no lo hago…

Pienso que vemos el cerebro como un ordenador, donde metemos datos y da un resultado. Se lo que hay que hacer y lo hago. La razón puede. Se trata de eficacia y de control. Pero no es así, no funciona de ese modo.

Existen un montón de motivos por los que no hacemos lo que debemos, cada cual tendrá los suyos. A veces es cuestión de cansancio, pereza, saturación… nuestro cerebro y nuestro cuerpo rechaza lo mismo de siempre, cuando llevamos mucho tiempo con eso en la cabeza. Otras veces hablamos de resistencias, rebeldías internas, egos fuertes que se enfrentan a esa otra parte que intenta coger sitio, las ganas de algo nuevo y mejorar, sería como una de esas enfermedades autoinmunes donde el cuerpo se opone a sí mismo… la mente también lo hace, y pone las cosas difíciles. Muchas veces la rabia está por medio, frustración y hartazgo nos provoca el querer pararnos y dejar de intentar, aunque queramos mejorar y sepamos cómo hacerlo. No es sencillo.

Cada mente es diferente y sólo una misma/o puede tener la paciencia y el cariño suficiente para conocerse y aceptarse, para poder, ahora sí, mejorar. Paciencia y cariño pase lo que pase, aunque a veces no podamos, paciencia y cariño ante el no poder, y la confianza de que tras dejarnos un poquito en brazos de la tristeza volveremos a caminar. El instinto de buscar el bienestar está ahí, y la calma, paz interna, paciencia y cariño le ayudan a coger cada vez más sitio, respirar, y sonreírnos, aunque seamos difíciles, y no podamos cuando queremos sino cuando podemos.