Películas mentales

Películas mentales

La imaginación es una herramienta maravillosa que tenemos las personas, y que nos diferencia de otras especies animales. Nos permite adelantarnos al futuro y crear realidades que todavía no están aquí, nos permite inventar y evolucionar en muchos aspectos. Pero también provoca momentos difíciles, conflictos y dolor… cuando imaginamos en negativo.

Suele decirse que la mente puede ser nuestra mejor amiga y nuestra peor enemiga, y es cierto. Tantas personas que teniendo sus necesidades cubiertas son infelices pueden afirmarlo. Hay una necesidad fundamental que tal vez no hemos aprendido a cuidar, y es la paz mental, la calma de nuestros cerebros, cuando empiezan a trabajar más de la cuenta y en direcciones que nos llevan al malestar, por muy malos caminos. 

Cuántas veces imaginamos que alguien está pensando mal de lo que digo o hago, o que le caigo mal, o que se reirán de mí, o que de alguna manera saldré dañada en cierta situación, que fallaré, que todo irá mal, que no sabré defenderme o plantar cara, que perderé algo importante, que esa persona tan importante para mí se irá, que tendré una enfermedad o enfermarán mis seres queridos, que alguien saldrá malparado si hago o digo tal cosa, que me quedaré sola, que me sentiré muy mal…

Cada persona tenemos miedos diferentes y a veces sentimos que se harán realidad, con la misma fuerza como si realmente fueran inevitables, nos preocupamos antes de que ocurran y perdemos muchísima energía por el camino. Nos hacemos películas, imaginamos y sentimos el producto de la mente con una realidad máxima, olvidamos que nada de eso es cierto, todavía, y tal vez nunca lo sea. 

Necesitamos prestar atención a esa tendencia mental, a nuestras películas, parándolas si podemos o mirándolas pero conscientes de que no son ciertas, así se pasarán, se alivian, imaginemos que estamos en una sofá con palomitas mirando eso que nos hace sufrir, nuestra película, en una pantalla y que somos la protagonista, pero con distancia, y creando un final feliz. Si tememos una enfermedad, podemos imaginarla pero también cómo nos curamos; si imaginamos la ruptura de una relación veamos cómo superamos el bache; si tenemos miedo de que algo vaya mal imaginemos cómo después todo se resuelve, etc.

Así, usamos la fuerza de la mente en nuestro beneficio, siempre que podamos, porque no es fácil, eso por descontado, pero merece la pena, desde luego.