NO ESTÁS. MALDITA MEMORIA DE PEZ

                     Un día me desperté y no estabas. Tremendo dolor. Soy como un pez que pierde la memoria y cada día es una nueva sorpresa. Maldita memoria de pez al despertar. Parece que el sueño me refugia del dolor, un descanso para mi alma que cada día te echa en falta. ¿El tiempo lo cura todo? Hace seis meses que no estás y me duele tu ausencia mucho, mucho, mucho.

                     Tengo más fuerza que al principio para mi vida, es cierto, el montón de detalles de cada día ya no resulta tan pesado, pero cuando miro a ese pedacito enorme de mi interior donde estás tú, donde estabas tú, donde sigues estando, duele casi como el día en que te fuiste. El dolor se ha enquistado como una herida sin curar, como un hueso que no se puso bien y queda esa deformación que recuerda cuando se rompió. Mi corazón, mi alma, no lucen bien porque tú sigues ahí, y he de aceptar esta nueva forma y encariñarme con este corazón que me recuerda un dolor no superado, que me recuerda que estuviste conmigo pero ya no.

                     Sé qué hay sitio para otro amor, sé que puedo volver a querer a otra persona, pero este corazón, querido mío, nunca será el mismo y en el fondo estoy contenta porque te quise tanto que eso nunca puede ser malo, y llevo mi dolor con esa cierta alegría de saberme afortunada porque te amé mucho, porque viví y para eso estamos aquí.

                    Voy con una psicóloga que me ha explicado algunas cosas, que cuando perdemos a un ser querido atravesamos varias fases desde el punto de vista emocional. 

                     FASES DEL DUELO

Negación: “Esto no me ha podido pasar a mí”, “No me lo creo”. Negar la realidad nos protege del dolor cuando es inasumible.

Rabia: “¿Por qué a mí? ¡Es injusto!”. La rabia nos aporta energía, nos activa ante el dolor y evita que nos hundamos.

Tristeza: Nuestra mente se va adaptando a la realidad de la pérdida y comenzamos a sentirla en todo lo que implica de dolor.

Aceptación: Incorporamos lo sucedido a nuestra vida, aprendemos a vivir con ello. Conviene aprovecharlo para aprender algo y encontrarle así un cierto sentido. A veces es muy complicado y solo con el tiempo podemos lograrlo.

                         El DUELO es una etapa del viaje que es nuestra vida por el que tarde o temprano todas las personas pasamos, un camino que conviene acompañadas/os por personas que nos comprendan y tal vez con ayuda profesional. Asímismo necesitamos cuidar los hábitos en cuanto a alimentación, ejercicio físico, descanso… pues mens sana in corpore sano y para nuestra mente un duelo es un Everest.