MUJER: ¿AMOR Y PENA HASTA LA MUERTE?

MUJER: ¿AMOR Y PENA HASTA LA MUERTE?

               

               Estoy convencida de que muchas mujeres asesinadas por sus parejas pensaron en algún momento “le dejo”, pero también “me da pena”. LA PENA ES UN SENTIMIENTO QUE A VECES MANTIENE UNIDAS PAREJAS QUE YA NO DEBERÍAN ESTAR JUNTAS, hace que me olvide de mí en beneficio de la otra persona hasta límites insanos y/o que me responsabilice de asuntos que sólo mi pareja puede solucionar, aquellos que tienen que ver con el autoanálisis y mejora emocional.

             En ocasiones, la pena se convierte en sentencia de muerte cuando seguimos con alguien que nos maltrata y poco a poco va cogiendo más poder y tolerando peor la frustración del rechazo o el abandono. Estoy segura de que toda mujer asesinada por su pareja pensó que podía ayudarle, que él no estaba bien y sintió pena ante ese hombre arrepentido que suplicaba perdón. Sin duda se creyó esas lágrimas, porque tal vez eran ciertas, una expresión de dolor emocional que por desgracia también expresaba con golpes; y entonces venía el miedo, una mujer que se plantea dejarle porque se ahoga, un hombre que amenaza y/o que de nuevo se arrepiente…

                Muchas mujeres tienen un resorte especial que se activa ante el dolor ajeno. En las relaciones, provoca que se responsabilicen en exceso del bienestar de su pareja, en detrimento del suyo propio. Vienen a consulta mujeres dolidas por algo que su pareja ha hecho (pongamos por ejemplo una infidelidad), quieren entender lo que ha ocurrido y ser recompensadas en cierta forma porque ya no confían y necesitan confiar y para eso han de recibir mucho amor; necesitan que su pareja hable y diga por qué lo hizo, o por qué no lo evitó, qué le pasaba por la cabeza, si pensó en ella en algún momento… Preguntas, reproches, acusaciones que nadie gusta de recibir y tenemos un hombre agobiado por el sentimiento de culpa, que sufre, y una mujer que lo ve y decide parar; prefiere dejar la terapia porque su pareja lo pasa muy mal.

             ME GUSTARÍA HABLAR CON ELLAS Y DECIRLES QUE SU PAREJA ES CAPAZ DE SOPORTAR EL DOLOR, QUE LO SUPERARÁ, QUE CONFÍE EN ÉL Y NO LO VEA COMO UN NIÑO QUE NECESITA A MAMÁ, QUE LO SIENTA COMO UN IGUAL DEL QUE PUEDE ESPERAR CAMBIOS, como mínimo que habla y expresa sus limitaciones y un sincero deseo de mejora, con actitud de mirarse y escudriñar hasta encontrar la raíz de las conductas insanas (que todas las personas tenemos) para dar lo mejor de sí mismo. Me gustaría ayudarlas a ser fuertes para ver ese proceso en su pareja, que implica dolor a veces, sin adoptar actitudes sobreprotectoras.

            MUCHAS MUJERES TIENEN LA TENDENCIA DE SOBREPROTEGER A SUS PAREJAS, NO SÉ SI TIENE QUE VER CON LO INNATO O LO APRENDIDO PERO OCURRE Y NO AYUDA A CONSTRUIR, A VECES SIGNIFICA SU DESTRUCCIÓN, JUSTIFICANDO CONDUCTAS CON EL “ES ASÍ Y NO PUEDE EVITARLO”, VALIDANDO LA RELACIÓN POR EL “SIN MI ESTARÍA PERDIDO”. Necesitamos saber dónde está el límite de cuidar y cuidarnos, de ayudar y protegernos, de dar o darnos; es un límite resbaladizo, máxime cuando la otra persona nos importa mucho, cuando le queremos y no queremos perder la esperanza de ese cambio que no llega. A veces, hay que saber decir BASTA, aceptar que no se puede mover el carro si solo tira uno y con la pena irnos.