AMOR…YA NO HAY PERDICES

         Creo que ya nos hemos comido todas las perdices. Hubo un tiempo en que “fuimos felices y comimos perdices”, al igual que en los cuentos de amor que leía de niña, pero creo que se han terminado. Podría tal vez cocinar unas buenas perdices algún día, a ver si surte efecto… El problema es que no sé si quiero porque ya no sé lo que siento.

            Tengo 40 años, dos hijas de 13 y 9 años y una vida con mi marido, desde los 19 años juntos. Comprendo que el sentimiento cambia y ya no vamos a experimentar mariposas ni una pasión loca, pero no sé si es normal esta falta de interés, para mí es como un compañero de piso y la persona con quien comparto la educación de mis hijas, pero nada más. Le quiero mucho pero no sé si le amo. ¿Y cómo saberlo? Ojalá alguien me dijera el modo de aclarar estos sentimientos. No lo he hablado con él pero algo me dice que está como yo, por estar, por nuestras hijas y para evitar la “catástrofe” de una separación a nivel de familias, amigos… y el engorroso tema económico. Si estuviera segura de que ya no hay amor sino un apego por tantos años, le dejaría, pero es que no lo sé. Mis amigas me dicen que es normal sentir esto y he de aceptarlo, según ellas toda la culpa es de los cuentos románticos que han hecho que idealicemos las relaciones y el amor. NO SE SI EL PROBLEMA ES MÍO Y DEBERÍA SEGUIR CON ÉL.

—————————————————————————————————————————————————————————————————

            CUANDO UNA PERSONA O PAREJA ACUDE A CONSULTA CON UNA SITUACIÓN DE ESTE TIPO, LES DIGO QUE EXISTEN DOS OPCIONES: PUEDE SER QUE EL AMOR DE PAREJA ESTÉ TAPADO O QUE YA NO EXISTA. Para dejarlo siempre hay tiempo, y solo calmará el dolor de la ruptura saber que hemos hecho lo que hemos podido, de modo que intentarlo siempre es lo más inteligente.

            ¿Cómo lo haremos? Hemos de analizar lo que ha podido tapar el amor (ausencia de tiempo de calidad como pareja, el sexo, discrepancias y formas inadecuadas de afrontarlas, desadaptaciones mutuas, asuntos sin cerrar…) para darle la vuelta creando dinámicas saludables: esto es posible y funciona. O puede ocurrir que hagamos ese trabajo y siga sin surgir la “chispa”, momento en el que tocará aceptar que la relación de pareja como tal no existe.

            De cualquier manera, mejoramos porque salimos de ese “limbo” donde no ocurre nada y la vida nos va pasando por encima, sin que sepamos muy bien qué estamos haciendo o por qué. EL ANÁLISIS LLEVA AL CONOCIMIENTO, Y DEL CONOCIMIENTO VIENE LA LIBERTAD PARA ELEGIR EL CAMINO MÁS PARECIDO A LA FELICIDAD. No obstante, si fuera tan sencillo no habría tantas parejas en “limbos” o buscando en una tercera persona el bienestar que su relación ya no les da, el fantasma de la infidelidad.

            Es complicado sentarse y hablar de lo que nos pasa, da pena, da miedo, da mucho miedo, pero no hacerlo es la peor opción, siempre. Cuando ya no hay perdices, se puede rehabilitar la relación, o cerrar la puerta e irnos, o continuar mientras todo se hunde poco a poco. Cada cual elegirá su opción, pero nuestras/os hijas/os merecen algo mejor que un hogar en ruinas.